Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados se impulsa una reforma que, aunque parezca pequeña, puede hacer una gran diferencia para miles de madres y padres que viajan con bebés. El diputado Víctor Manuel Pérez Díaz, del PAN, propuso modificar la Ley de Aviación Civil para permitir que las personas pasajeras o tripulantes puedan transportar leche materna en cantidades mayores a los 100 mililitros que actualmente impone la norma de seguridad aérea.
Sí, hablamos de ese límite que obliga a vaciar botellas o dejar atrás líquidos antes de pasar el filtro del aeropuerto. La propuesta busca que esa regla tenga una excepción clara: la leche materna no debe contar como un simple líquido, sino como un alimento esencial para el bienestar de los infantes.
La iniciativa, respaldada también por legisladoras de Movimiento Ciudadano, Morena y el Partido Verde, plantea que las aerolíneas estén obligadas a informar de manera clara y visible sobre esta excepción, además de explicar los procedimientos adecuados para su transporte y almacenamiento. Esto implica que, en los mostradores, páginas web o durante el embarque, las madres y padres sabrán que pueden llevar leche materna sin temor a que se las retengan.
El sentido de esta propuesta va más allá de un ajuste logístico: es una política pública pensada desde la salud y los derechos de la infancia. Pérez Díaz y las diputadas que acompañan la iniciativa recuerdan que la lactancia materna está protegida por la Constitución, pues forma parte del derecho de los niños y niñas a recibir cuidado y protección adecuados.
Detrás de esta idea hay un argumento poderoso: los 100 mililitros que las reglas de aviación permiten no son suficientes para alimentar a un bebé durante un vuelo o una escala larga. Y aunque las normas buscan garantizar la seguridad aérea, no deberían poner en riesgo la nutrición o el bienestar de los más pequeños.
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como UNICEF recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, ya que aporta todos los nutrientes, fortalece el sistema inmunológico y previene enfermedades como infecciones respiratorias, obesidad y diabetes. Por eso, permitir el transporte sin restricciones de leche materna no sólo es un gesto de empatía, sino una medida de salud pública con impacto real.
Esta modificación aplicaría únicamente en vuelos nacionales, ya que los viajes internacionales dependen de las reglas de cada país. Sin embargo, representa un paso importante hacia una política más humana y moderna, donde la regulación se adapta a las necesidades reales de las familias.
El fondo de la propuesta es claro: las leyes también deben tener corazón. En un país donde las mujeres siguen enfrentando barreras para conciliar la maternidad con la vida laboral o cotidiana, una medida como esta no sólo facilita el viaje, sino que envía un mensaje de respeto y apoyo al derecho a amamantar, donde sea y cuando sea necesario.
