Algunas enfermedades generan compuestos químicos específicos que alteran el olor corporal, como el olor a manzana podrida en la orina de personas con diabetes o un aroma parecido al pescado crudo asociado a la insuficiencia hepática. Sin embargo, una investigación reciente publicada en Nature Neuroscience ha descubierto que el cerebro no solo responde a estas señales olfativas, sino que también activa células inmunes de primera línea al observar a personas que presentan signos visibles de enfermedad.
Los científicos realizaron un experimento innovador que combinó escáneres cerebrales, análisis sanguíneos y un entorno de realidad virtual. En este último, los voluntarios observaron avatares que mostraban síntomas evidentes, como erupciones cutáneas o tos, evitando así cualquier contacto con agentes patógenos reales. De esta forma, se pudo medir cómo el cerebro detecta señales visuales de enfermedad y prepara una respuesta inmunitaria similar a la que ocurriría ante una infección real.
Según Andrea Serino, neurocientífico del Hospital Universitario de Lausana y coautor del estudio, “los resultados ilustran el poder del cerebro para predecir lo que está sucediendo y seleccionar la respuesta adecuada”. Esta capacidad de anticipación del sistema nervioso podría ser una estrategia evolutiva para proteger al organismo frente a posibles amenazas contagiosas.
Este hallazgo abre nuevas perspectivas sobre la relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico, y podría influir en el desarrollo de terapias para fortalecer las defensas del cuerpo mediante estímulos sensoriales.