Oposición mexicana se reacomoda rumbo a 2030 entre rechazo y relevo

Por Bruno Cortés

 

La oposición mexicana ya se mueve pensando en la carrera presidencial de 2030. El PAN decidió cerrar la puerta a las alianzas, Movimiento Ciudadano (MC) insiste en competir en solitario y el PRI apuesta por armar un nuevo frente al advertir que la separación sólo beneficia a Morena. El reacomodo ocurre mientras el oficialismo enfrenta sus propios escándalos, pero con una oposición que tampoco logra sacudirse su crisis de imagen ante el electorado.

Pese a los llamados al “borrón y cuenta nueva”, los números siguen marcando distancia entre lo que los partidos dicen y lo que la banda ciudadana percibe. Una medición reciente ubica al PRI como el instituto con mayor rechazo, con 58% de personas que declaran tener una mala opinión del partido, seguido del PAN con 50%. En contraste, MC registra un índice significativamente menor de percepciones negativas, alrededor de 20%, lo que lo coloca como la marca opositora menos quemada en la conversación pública.

La bronca no es sólo con las siglas, sino con quienes las encabezan. De acuerdo con una encuesta nacional, 53.94% de las personas consultadas considera que la oposición debería ser encabezada por otros personajes distintos a Jorge Romero (PAN), Jorge Álvarez Máynez (MC) o Alejandro “Alito” Moreno (PRI). Es decir, más de la mitad del país mira el escaparate de liderazgos opositores y preferiría ver caras nuevas rumbo a 2030.

El diagnóstico se completa con otra percepción igual de incómoda para la oposición. Seis de cada diez mexicanos consideran que los partidos que se presentan como contrapeso no han hecho lo suficiente para enfrentar al gobierno de Claudia Sheinbaum. El mensaje, en clave chilanga, suena claro: la ciudadanía siente que la oposición no sólo pierde elecciones, sino que tampoco ha dado el ancho como voz organizada frente al poder.

En ese contexto, el PAN fue el primero en mover ficha. Su dirigencia anunció el fin de las alianzas con el PRI y presentó un relanzamiento del partido con nuevo logotipo y el compromiso de una “apertura total” a la ciudadanía. La apuesta es reconstruir una identidad propia y dejar de depender de coaliciones, al menos en el discurso. Sin embargo, la mayoría de las personas consultadas considera que el problema no es sólo de imagen gráfica, sino de quién lleva el volante azul.

Una encuesta de Poligrama revela que 76% de los mexicanos cree que el PAN debe renovar su liderazgo para ser competitivo de nuevo. Cuando se pregunta qué tipo de dirigencia se espera, 47% se inclina por un liderazgo “moderno y ciudadano”, por encima de perfiles tradicionales o estrictamente partidistas. En otras palabras, la presión social no sólo exige cambio de logo, sino cambio de elenco.

MC, por su parte, mantiene la ruta de ir solo hacia 2027 y 2030. La reaparición reciente de Dante Delgado como figura de unidad interna reforzó la línea de competir sin alianzas y buscar consolidarse como segunda fuerza nacional. Ese camino se apoya en su menor nivel de rechazo ciudadano, pero también enfrenta un reto: su dirigente nacional, Jorge Álvarez Máynez, tampoco encabeza las preferencias cuando se pregunta quién debería organizar la oposición rumbo a la próxima presidencial.

El PRI juega otra partida. Desde su dirigencia se insiste en que “las alianzas llegaron para quedarse” y que romper con los frentes opositores sólo abre la puerta para que Morena repita mayorías cómodas en el Congreso. Al mismo tiempo, el tricolor arrastra el mayor índice de rechazo entre los partidos y carga con el desgaste histórico que detonó, precisamente, el ascenso de Morena en 2018. El resultado es un partido que pide frente amplio mientras la ciudadanía todavía le pasa factura por gobiernos pasados.

En la práctica, el tablero opositor se reconfigura hacia 2030 con tres estrategias distintas que comparten un mismo problema: confianza limitada. El PAN apuesta por ir solo con relanzamiento; MC defiende su marca en solitario; el PRI quiere reagrupar fuerzas en un frente. Pero en las encuestas, la mayoría de los encuestados se declara inconforme con el desempeño opositor y pide renovación real de liderazgos, no sólo ajustes de discurso o de colores partidistas.

Para el electorado, especialmente en la CDMX y las grandes ciudades, el punto de fondo no es sólo quién será la cara en las boletas de 2030, sino si habrá una oposición que funcione como contrapeso efectivo: que legisle, fiscalice y marque límites al poder. El mensaje que dejan los sondeos es que el tiempo de los relanzamientos cosméticos se agota. Si PAN, PRI y MC quieren volver a ser competitivos frente a Morena, la tarea no es sólo reacomodarse entre ellos, sino reconstruir la relación con una ciudadanía que, por ahora, los mira con más recelo que entusiasmo.

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