San Lázaro abre sus puertas a la economía solidaria y a quienes la sostienen

Por Bruno Cortés

 

En el Congreso, donde normalmente se discuten reformas fiscales, iniciativas polémicas y ajustes a las políticas públicas, este martes ocurrió algo distinto: la diputada Alma Rosa de la Vega Vargas, de Morena, inauguró la expo-venta “Economía Solidaria”, un espacio donde artesanas, productores, cooperativas y pequeños emprendedores ocuparon el Recinto de San Lázaro no para hablar de leyes, sino para mostrar lo que construyen con sus manos todos los días. Y aunque suene a un simple tianguis dentro del Congreso, en realidad tiene un trasfondo político y económico mucho más profundo.

La legisladora explicó que abrir el Congreso a estas iniciativas no es sólo un gesto simbólico, sino parte de una idea de país donde la economía no depende únicamente de grandes empresas o inversiones extranjeras, sino también de quienes producen desde abajo: familias, mujeres, jóvenes y comunidades que generan ingresos a partir de oficios, saberes tradicionales y proyectos colectivos. En un momento donde el modelo económico dominante suele premiar el beneficio individual, la diputada insistió en que la economía solidaria demuestra que también existe otra forma de hacer las cosas: cooperar en lugar de competir, construir comunidad en vez de pensar únicamente en utilidades y apostar por la sostenibilidad antes que por el crecimiento desmedido.

De la Vega Vargas contó que cada pieza exhibida —una artesanía, un producto orgánico, una prenda tejida— carga la historia de personas para quienes emprender no es moda, sino supervivencia. Son mujeres que hicieron de su talento el sustento del hogar; jóvenes que se organizaron para crear un proyecto colectivo; familias que conservan técnicas heredadas por generaciones. Por eso, recordó que esta expo-venta no es un simple evento comercial: es un acto político en sí mismo, porque reconoce al sector social de la economía como un actor que genera valor, identidad y desarrollo económico real.

Y aquí es donde entran las políticas públicas. La diputada dijo claramente que su responsabilidad es que este sector deje de ser “invisible” para las instituciones. Eso implica legislar para que las cooperativas y emprendimientos solidarios puedan acceder a créditos sin tantos filtros, recibir capacitación adecuada, entrar a mercados más amplios y participar en compras públicas que hoy, en su mayoría, benefician a grandes proveedores. En palabras simples, se trata de construir reglas que permitan que estos proyectos no sólo sobrevivan, sino que crezcan y se vuelvan parte del engranaje económico del país.

Durante el evento, José Tovar, representante de las y los expositores, agradeció el apoyo de la diputada y contó que, justamente gracias a este acompañamiento, lograron constituirse como cooperativa. Su testimonio muestra lo que muchas veces pasa desapercibido: cuando el Estado se convierte en aliado y no en obstáculo, los pequeños productores pueden organizarse, formalizarse y tener acceso a oportunidades que antes parecían imposibles.

Así, la expo-venta “Economía Solidaria” no sólo trajo colores y aromas de mercados tradicionales a los pasillos legislativos; también recordó que detrás de cada política pública hay vidas concretas, historias reales y personas que necesitan que las leyes se parezcan más a su realidad. Y si algo quedó claro en San Lázaro, es que la economía también se construye con manos que pocas veces salen en los discursos, pero que sostienen buena parte del país.

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