Por Juan Pablo Ojeda
Javier ‘el Vasco’ Aguirre volvió a poner el dedo en la llaga: si México quiere dejar de soñar con el top 10 del mundo y realmente competir con las potencias, necesita dejar de jugar en automático y medirse contra selecciones que exigen al límite. Nada de amistosos cómodos ni rivales a modo. Por eso, el duelo contra Uruguay en Torreón no es solo un juego más dentro del calendario, sino una prueba de carácter para saber dónde está parado realmente el Tri rumbo al Mundial 2026.
Aguirre explicó que enfrentar a selecciones como Colombia o Uruguay—ambas dentro del top 20 del ranking FIFA—es el tipo de reto que obliga a México a crecer. Para él, ganarle a equipos inferiores puede sumar confianza, pero no construye la competitividad que se trabaja contra rivales que te presionan, te desgastan y te obligan a jugar con orden y creatividad. En su visión, si México quiere colarse entre los mejores diez del mundo, primero tiene que demostrar que puede competir sin desmoronarse ante equipos acostumbrados a la alta exigencia.
El examen inmediato será Uruguay, un equipo con sello Bielsa: intensidad al límite, presión constante, transiciones rápidas y un despliegue físico que suele hacer sufrir a casi todos sus rivales. Aguirre lo sabe y por eso pide que México responda con la misma energía. Su receta es clara: tener la pelota, correr igual o más que los charrúas, hacer goles y mantener la portería en cero. Nada de especular. México debe salir a competir como si fuera un partido mundialista.
Pero más allá del sistema de juego, Aguirre tiene algo que lo ilusiona: los jóvenes que vienen empujando para ganarse un lugar en la selección. Armando González, goleador del Guadalajara, ha sido una de las sorpresas más agradables. El Vasco no dudó en compararlo con Javier ‘Chicharito’ Hernández por su instinto goleador, ese olfato especial que aparece en los momentos clave. De igual manera, habló de Gilberto Mora, el mediocampista de Tijuana, a quien colocó en la misma línea de personalidad y talento que Cuauhtémoc Blanco. Sin miedo, sin titubeos y sin que la pelota le pese, pese a tener apenas 17 años. Para Aguirre, ambos representan la nueva sangre que México necesita para volver a ilusionar.
El partido contra Uruguay también servirá para medir cómo conviven los jóvenes con los jugadores más experimentados, y si la mezcla puede generar una selección más dinámica, más atrevida y más disciplinada. El camino al Mundial será largo, pero para Aguirre este tipo de partidos son los que realmente construyen a una selección que aspira a dar un salto de calidad.
En Torreón, lo que se jugará no será un simple amistoso. Es un mensaje: México quiere salir de la zona de confort, elevar su nivel y demostrar que puede competir con los grandes. Si el Tri logra plantarle cara a una Uruguay dirigida por Marcelo Bielsa, estará dando el primer paso hacia ese objetivo que tantas veces se ha prometido pero pocas veces se ha alcanzado.
