Por Juan Pablo Ojeda
El lanzamiento de Gemini 3, el modelo de lenguaje más avanzado de Google, sacudió por completo la industria tecnológica y devolvió a la compañía un liderazgo que no tenía desde hace años. Las evaluaciones independientes citadas por The Wall Street Journal muestran que el nuevo modelo superó a ChatGPT y a casi todos sus rivales en pruebas de razonamiento, matemáticas, lógica, análisis multimodal y planificación. Para muchos analistas, es el empujón más sólido de Google en la carrera por la inteligencia artificial desde que esta comenzó a escalar.
El impacto no es solo técnico. Según CNBC, el movimiento generó preocupación real en OpenAI, al grado que un memorando interno —citado por The Information— revela que Sam Altman anticipó a su equipo “un ambiente complicado durante un tiempo”, con desafíos económicos que podrían convertirse en riesgos existenciales para la empresa. A diferencia de Google, OpenAI aún no es rentable y depende de inversiones constantes para mantener el ritmo de desarrollo.
Google, en cambio, llega a esta competencia con un blindaje financiero enorme: 32% de margen bruto, 112 mil millones de dólares en efectivo y un flujo libre de caja de 24 mil millones en el trimestre reciente, cifras que le permiten absorber desaceleraciones o incrementos de costos sin sufrir desequilibrios internos. Ese músculo económico explica por qué algunos analistas creen que, si el mercado de IA se enfría, Google resistiría mejor que otros jugadores.
En el terreno técnico, el rendimiento de Gemini 3 habla por sí solo: superó a otros modelos en más de una docena de pruebas clave, fallando únicamente en una: un test de codificación donde Anthropic logró una puntuación ligeramente mayor. Tulsee Doshi, directora sénior de producto, aseguró que el modelo destaca en lenguas poco representadas —como el guyaratí— y brilla en Vending Bench, un entorno diseñado para evaluar qué tan bien una IA puede usar herramientas y planear en el tiempo, un área en la que Google busca diferenciarse.
La llegada de Gemini 3 también impulsó productos asociados como Nano Banana, una herramienta de generación de imágenes que ayudó a disparar la adopción: la base de usuarios de Gemini pasó de 450 millones mensuales en julio a 650 millones, aunque ChatGPT sigue dominando con 800 millones semanales. Aun así, especialistas citados por The Wall Street Journal prevén que Gemini 3 podría convertirse en la opción preferida para tareas complejas de análisis, codificación o multimodalidad.
Detrás de este salto hay una profunda reestructuración interna. Sundar Pichai reorganizó equipos, eliminó barreras internas y centralizó el desarrollo de modelos; incluso Sergey Brin retomó un papel operativo clave. Ese viraje se reflejó en la conferencia de desarrolladores, donde Google presentó una nueva generación de productos y un motor de búsqueda renovado con IA Mode, la primera integración inmediata de un modelo recién lanzado. Algunos analistas interpretaron este movimiento como la señal definitiva de que Google dejó atrás su etapa defensiva.
La integración de Gemini 3 en búsqueda también mostró un nuevo modo de interacción. Robby Stein, vicepresidente de producto, relató cómo explicó a su hijo de siete años la fuerza de sustentación de un avión usando IA Mode, que generó una simulación interactiva para manipular corrientes de aire. Es un ejemplo concreto del tipo de experiencias que Google pretende masificar a escala global.
Esa escala —la capacidad de incluir la IA en cada producto que ya usan miles de millones de personas— es, según CNBC, la ventaja definitiva de Google. La infraestructura, los chips, los modelos, el ecosistema y la distribución global le permiten insertar Gemini 3 incluso en el día a día de quienes no buscan activamente un chatbot.
Mientras Microsoft decía que quería “hacer bailar a Google”, hoy la música parece sonar del otro lado: Gemini 3 no solo cambió la conversación, sino que reposicionó a Google en el centro del escenario tecnológico mundial.
